Sí, un dios es el hombre cuando sueña;
mas sólo un mendigo cuando
reflexiona.
Hiperión. Friedrich Hölderlin
La sensibilidad discierne sobre la nada,
una nada que engulle el deseo de todo,
y todos los que usurparon una ventana
ante el vigía de la estupidez más austera.
Así, tus mares enriquecen las estancias.
Así, tus madres derrotan las desgracias.
El hambre, a veces, huésped pasajero,
de estómagos envenenados por la ignorancia
de un ave, que gime con ansias de poder,
y frota sus negras alas por la conservación
del mecenazgo, ingiriendo suspiros exquisitos.
Las musas silenciadas, ávidas de creación.
Las artes envenenadas por ínfimos comisarios,
dragones apostolados a la sinrazón.
Mas un solo camino con merecedores
de una libertad escuálida,
anclada, toda ella, en la lucha sin compasión.
La sensibilidad discierne sobre la nada,
una nada que engulle el deseo de todo,
y todos los que usurparon una ventana
ante el vigía de la estupidez más austera.
Así, tus mares enriquecen las estancias.
Así, tus madres derrotan las desgracias.
Armonía en la nocturnidad sin producción,
la luna pasiva bendice a las hienas,
eternas fingidoras para una plebe descamisada
y barnizada por la ofuscación indebida.
Pero aún queda un escorado estímulo
de autóctonos extranjeros en su propia ciudad.
Identificando la infortunada cultura,
quisieron esconderlas entre espigones,
por simple desacato a las artes,
por simple disposición al vacío.
La sensibilidad discierne sobre la nada,
una nada que engulle el deseo de todo,
y todos los que usurparon una ventana
ante el vigía de la estupidez más austera.
Así, tus mares enriquecen las estancias.
Así, tus madres derrotan las desgracias.
Sin embargo, la esencia permuta,
emerge y crea con voluntad hastiada;
un apetito que clama pasión
por navegar entre nuestras costas,
saldando los síntomas de la involución
más corrosiva, que de venir e ir,
tristemente, cala.
José González Ríos