A Tomás Hernández
Los pesares, el miedo y otros síntomas
oprimen demasiado: un mundo introvertido
no deja espacio
para charlar con el vecino, ni para planchar,
ni para un mirlo, para las frustraciones del
amante,
esas complicaciones, las de siempre.
Natan Zach
Poesía en estado puro.
Decidme... con qué sentido y para qué.
¿La poesía?
¿Ésa eres tú cuando te miro
y refleja tu pupila
el inmenso vacío de la fatal distancia
que mis ojos nunca podrán cubrir
por más que yo me empeñe
en hacerte felices las mañanas
llevando, por ejemplo, un desayuno
de rimas sacras y rancias magdalenas
(Proust de nuevo)
hasta el regazo tuyo
donde hace tanto tiempo
anocheció en mis ojos
y es tu ausencia la que duerme, todavía,
entre las zarzas?
No es azul mi pupila
ni tiene el color del gozo
si te miro...
Sé que no estás cuando te busco
en los pliegues vencidos de las sábanas,
entre tanto adjetivo y corazón cobarde...
pues sólo hallo un cadáver esquivo
ante mi torpe afán por descubrir,
ilusamente,
el sendero impreciso de la noche
que hasta ti me conduce
cuando ya te has ido.
No tiene el viento frío
respuestas que darme hoy ni nunca
pues ya no estás. Lo sé.
Y entonces me consumo
en la cárcel callada de estos versos.
Poesía... Ahora...
¿Para qué?
UN VIENTO CLANDESTINO,
ed. La mano vegetal.
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