Quiero
perderme contigo,
-solamente
contigo-,
apaisar tu
temido cuerpo,
sudarlo con
total devoción,
amasar tu boca
con mi boca,
desenterrar
nuestros prejuicios,
alcanzar la
eternidad de este instante,
permitirme el
uso eficaz
del
infinitivo,
hasta llegar
al penúltimo verso
y que siga
existiendo la posibilidad
de volver a
accionar el mecanismo
para que el
último me lleve a empezar
de forma
infinita,
a querer
perderme contigo,
-solamente
contigo-,
apaisar tu
temido cuerpo,
sudarlo con
total devoción,
y amasar tu
boca con mi boca …
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